Me dijeron que nunca llegaría a nada, que siempre sería un rufián, sin nada más que ofrecer que inteligencia callejera. Les demostré que estaban equivocados al convertirme en profesor en una de las universidades mejor calificadas del país. Pero incluso ahora, me miran, me juzgan, me hacen sentir como un lobo con piel de oveja.
Hice todo lo que pude para escapar de mi sórdido pasado y sentí que había tenido éxito hasta el día en que ella entró a mi clase. Me di cuenta de inmediato que ella era diferente del resto, pero lo que no sabía era que estaba arraigada en el mundo del que había trabajado tan desesperadamente para escapar.
Como dijo el gran pensador Jung acerca de la física: “Lo que resistes, persiste”, y estaba a punto de aprender que el pasado siempre encuentra la ponerse al día contigo.
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